Todos los editoriales tienen para la Cooperativa de la Previsión Social especial atención a la hora de elegir ideas, vocablos y pensamientos. A todos les dedicamos atención, esmero y cuidado pero hablando con entera franqueza, cuando se trata del “Día del Niño” aspiramos siempre a ofrecer una especial entrega en la dedicatoria.
La Cooperativa de la Previsión Social en la última década se ha venido desarrollando no sólo como una unidad productiva en cuanto a lo que se refiere a los bienes y servicios que ofrece -aspecto este fundamental cuando analizamos nuestro objeto-, y también es para nosotros un motivo de orgullo el crecimiento sostenido del colectivo que integra nuestra masa social que en 10 años y a pesar de los discursos oscurantistas de los agoreros de nuestro sistema, logró un crecimiento de su padrón social con respecto al recibido en una cifra cercana al 70 por ciento del mismo.
A día de hoy en menos de una década de gestión la Cooperativa de la Previsión Social recuperó para su patrimonio el emblemático edificio sede de la calle Rondeau, después que el mismo fuese rematado y en esas condiciones, es decir sin casa, nuestra cooperativa pudo levantarse superando el caos, la desidia, el derribo y la liquidación.
Por estos días la Cooperativa de la Previsión Social cumplió 65 años, y lo hizo lleno de glorías, de cicatrices, de golpes y de glorías nuevamente.
Pero sólo eso puede explicarse por la capacidad y la tenacidad de los humanos que componen la Cooperativa de la Previsión Social. De las mujeres y de los hombres que confiaron en nosotros; que nos apoyaron; que manifestaron en la calle con el mismo paso y sostuvieron la pancarta con la misma determinación de todos; que alzaron bien alto nuestras banderas, que las hicieron flamear vigorosamente al viento de las consignas y las razones; que golpearon las mismas puertas; que aunaron su energía, su capacidad e inteligencia de manera mancomunada y fusionada en un mismo todo y fundamentalmente porque no se dieron por vencidos ni ante la inminente derrota, y no por inconscientes o locos si no porque tuvieron el coraje y la rebeldía de atravesar el desierto, el más desolado e inhóspito que se nos podía presentar y juntos se logro cruzar, sedientos, eludiendo y enfrentando a buitres y carroñeros de todo tipo, a las amenazas, las tentaciones y necesidades de todo tipo y color.
Y por todo ello aquí estamos! gracias al esfuerzo de los socios, los trabajadores, dirigentes y asesores que dieron todo y alguno que ya no están pero que nos dejaron su legado ejemplar como el contador Juan José Sarachu.
Por todo lo antedicho, por esta gesta, aspiramos sin aspavientos dejarla grabada en la memoria colectiva de la institución porque entendemos que es el mejor homenaje en esta celebración de 65 años de la Cooperativa de la Previsión Social.
Estamos convencidos que si algo podemos dejar a los niños de hoy que serán las mujeres y hombres del futuro, es la referencia de que nunca ante la adversidad se deben rendir y que nunca dejen de pensar que las ideas del cooperativismo son justas y que siempre los que fallan son los humanos que desvirtúan su fundamento, por aquello que las ideas no tienen la culpa de lo que los hombres hagan con ellas.
Tenemos motivos para nuestra alegría y nos refuerza aún más en nuestras convicciones para seguir desarrollando la alternativa de la economía social pero créannos que de los aspectos que más orgullo nos da señalar, es que aún en los momentos más difíciles nunca declinamos en levantar bien alta la bandera del compromiso social y ético y eso conlleva de manera natural a que cada uno de nuestros actos tienen como fundamento los principios y las luchas que se suceden desde las acciones los “Pioneros de Rochdale” a nuestros días. Tenemos claro que venimos en un acumulado histórico y mundial que ya alcanza 175 años continuos de devenir humano y la formación en estos valores no los entregamos ni cuando el agua nos llegaba a la altura del bigote.
Desde los “Pioneros” vaya si se sucedieron hechos que conmovieron a la Humanidad: el desarrollo del capitalismo y su revolución industrial de la cual hoy hablamos ya de la cuarta o hasta quinta etapa; el surgimiento del pensamiento socialista; “La Comuna de París”; la “Revolución Rusa”; las dos grandes Guerras Mundiales; la “Guerra Fría”; el apogeo del neoliberalismo mundial y la hegemonía del “pensamiento único” concebido en el “Consenso de Washington” y el presente con el retorno al multilateralismo mundial y las dos crisis capitalistas del 2008 y 2011 a partir de la “burbuja financiera” más devastadora según los especialistas que el “crac de 1929”. Es decir desde la primera experiencia cooperativa alternativa al lucro del trabajo humano, la historia ha ido sucediéndose de manera vertiginosa, las sociedades se conmovieron, estallaron, se hundieron, se regeneraron y sin embargo siguen siendo tan desiguales como aquellas que existían en 1844.
Se dice que la criatura humana es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra sin embargo a la vista de los hechos podríamos afirmar que puede hacerlo tres, diez o mil veces para su desgracia.
Sin embargo en la vorágine que resulta de un relato tan resumido de hechos, es muy difícil transmitir y narrar el dolor y el sufrimiento que sintieron los seres humanos del pasado y del presente o describir también las sonrisas, el amor, la pasión y el optimismo de cada generación.
La historia es así, se presenta en títulos o en capítulos pero debemos hurgar en ella y quitar los resúmenes para hallar el delicado palpitar de los humanos que en definitiva la construyen.
Es por este devenir de la historia que surge a iniciativa de personalidades y ciudadanos desinteresados pero llenos de amor por los demás, que se arribó a la idea de comenzar a proteger a los más débiles e inocentes de la sociedad como son los niños.
Fue así que a partir del fin de la Gran Guerra que se sucedió entre 1914 y 1918 en Europa, se comenzó a debatir normas y convenios que protegieran a la infancia, primero en el marco de la Sociedad de Naciones y luego de fracasada esta ante la irrupción del nazi-fascismo y la incapacidad de los gobiernos occidentales se debe esperar hasta la creación de las Naciones Unidas después del desastre feroz, tremendo e inhumano que fue la Segunda Guerra Mundial.
Una vez más las mentes más lúcidas y sensibles de las sociedades se plantearon la necesidad de reflexionar e instaurar de forma urgente mecanismos de control, desarrollo y denuncia de la situación de los niños del mundo y es a partir de ese debate que con distintas fechas gran parte de los países le dedican un día a modo de homenaje a los más pequeños que habitan nuestro planeta.
En resumidas cuentas estas son las razones históricas de por donde se puede explicar el motivo para que se celebre un día especial dedicado a los niños más para quienes vemos al mundo a través de una concepción social, cooperativista, basada en los principios de la solidaridad, el día del niño es el día de nuestros hijos y de nuestros nietos, el día donde homenajeamos a aquellos seres que son la esperanza para que exista en generaciones venideras un mundo mejor y que sin duda dependerá de cómo sean tratados en el presente el mundo del futuro.
El segundo domingo de agosto será una vez más una jornada donde se abrirán miles de ojos curiosos, de pupilas brillantes que con emoción observarán a su alrededor que sorpresa vestida de objeto surgirá y vibrará en el corazón de los más pequeños que habitan junto a nosotros en nuestras casas o si somos abuelos en las casas de nuestros hijos.
Es un día donde el detalle animará nuestras existencia y la de aquellos que serán los protagonistas del futuro, a quienes homenajeamos.
Nosotros los adultos de hoy, los niños de ayer, somos los responsables de las acciones que podrán hacer posible que los habitantes de los años venideros reciban el suelo donde pisaran mejor de como lo recibimos nosotros.
CONSEJO DIRECTIVO DE LA COOPERATIVA DE LA PREVISIÓN SOCIAL
Agosto 2019
AGO
2019